domingo, 29 de noviembre de 2015

¿Ruta Indiana Jones?

De vuelta en la selva central, para conocer otras cataratas, casi inmediatas a San Ramón y a La Merced, con el impulso de que toda esa abrumadora explosión de vida y paisaje agreste de la selva montañosa es, como mínimo, irresistible, demasiado atrayente. Primero ando hacia El Tirol. Vuelve la magia del océano botánico, aunque aquí, lo impresionante y exuberante, silvestre, se ve irrumpido por otra exuberancia, humana: una impresionante cantidad de visitantes, y de kioskos, hasta de comida. Se hizo algo tóxica esta búsqueda de la naturaleza, para mis gustos solipsistas.

«Escala» en Tarma: Museo de Miniaturas, en el terrapuerto. El autor es el mismo que estuvo detrás de Minimundo... y es que dicen que ¿pequeño es el mundo?

Catarata El Tirol, muy cerca de San Ramón.

Al día siguiente, desde La Merced (donde pasé la noche en un «hotel» bastante lúgubre), ando hacia la zona de La Borgoña, siendo mi plan conocer Las Tres Reinas. Pero llegando al pequeño espacio de esparcimiento donde se paga la entrada a estas cataratas, soy advertido de que, como estoy en época de crecida de los ríos, al no venir con botas impermeables (de plástico), podría no ser tan divertido mojarse tanto, ya que se trata de una ruta donde en varios tramos el único camino es el río, casi escalando las cascadas, y a contracorriente. Es la «ruta Indiana Jones», como ha sido bautizada con buenas intensiones promocionales. Un fuerte baño de adrenalina muy seductor, pero para el que es necesario venir con los implementos adecuados.

Popular Puente Kimiri, sobre el río Chanchamayo. Al otro lado esperan varios circuitos de caminatas, y naranjas.

Hay una ruta alternativa en una quebrada más o menos paralela, donde digamos la escala de aventura parece menor, pero que sin embargo resultará alucinante, ya que tiene tres cataratas en un solo recorrido (Hanuman, La Escondida, y Gandaki), río, roca, falta de camino en algunos puntos, juego con la gravedad en otros, testigos invertebrados a quienes evidentemente nadie les perturba, y, sobretodo, todo esto y uno, solos.



La ruta alterna a la de Indiana Jones se extiende por un exquisito callejón de roca y selva ☺


En verdad resultó alucinante transitar por este auténtico callejón de roca bañado por doquier por agua y cubierto de selva enmarañada y caótica, donde las cataratas se suceden rugiendo agazapadas, en un halo de misterio y apariencia prehistórica, con cada paso acrobático sentido como si se descubriese algo escondido y remoto. Y como creo ya se me hizo costumbre, visito la selva montañosa en época de crecida de los ríos, para disfrutar de las cataratas en su máxima expresión (y porque de hecho hay menos sol calcinante), lo que vuelve espectacular andar por este cañón. Goce en estado puro.


Las tres cataratas escondidas en la ruta alterna a la de Indiana Jones. De izquierda a derecha: Hanuman, La Escondida, y Gandaki. ☺ ☺ ☺

Con todo eso, estoy ya lo suficientemente inundado de dopamina y adrenalina como para irme a donde fuere que fuere más extremo. Así que vuelvo y viro hacia la derecha para hacerme el Indiana Jones, en la Quebrada Capurro. Y en efecto, me encuentro con un río más ancho, que necesariamente hay que cruzar a pie, caso contrario, apoyado con cuerdas (y la ayuda de otras personas), subir por una primera cascada. Les recuerdo que estamos en la selva montañosa, o sea, jungla que tapiza montañas, quebradas, cañones, precipicios y desfiladeros. Logro empero avanzar en caminata normal, aunque empapado hasta casi las rodillas. Otro tramo de río a pie, corriente transitable sin problemas. Ahora el cañón empieza a angostarse…



Y el río se torna desafiante. Demasiado como para imprudentemente intentar sortear sus nuevas cascadas sin ningún tipo de equipo. Además, por lo que veo ya no me mojaría hasta las rodillas, sino de cuerpo entero. Probablemente en época baja el asunto no sea tan desafiante. En cuestión, no hay modo de evadir el río, simplemente porque no hay camino en alguna especie de orilla, porque de hecho, no hay orillas, ni es posible transitar las laderas verticales rocosas. Es más, no traigo calzado de repuesto y estoy lleno de agua de las rodillas para abajo. Ya no seré Indiana Jones, así que mejor será volver. Reto pendiente pero la frente muy en alto. Explosión de vida y adrenalina, hasta luego. (De vuelta en La Merced me compro unas sandalias y unos pantalones cortos :p)

Doblando más adelante el codo del río, es hasta donde pude llegar...



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